Situada en el corazón de la Rioja Alavesa, justo al pie de la Sierra de Cantabria, esta bodega familiar lleva generaciones perfeccionando su arte. Lo interesante es que la bodega está dividida en dos zonas: por un lado, los antiguos calados y túneles subterráneos excavados por la familia, y por otro, sus modernas instalaciones donde elaboran vinos que combinan lo mejor de ambos mundos.

Los calados de Bodegas J.F. Iradier son auténticas joyas subterráneas con siglos de historia, excavados manualmente por generaciones de la familia. Estos túneles no solo son espectaculares desde un punto de vista arquitectónico, sino que también mantienen unas condiciones perfectas para la crianza del vino, gracias a la temperatura constante y la humedad natural. Lo curioso es que, en sus orígenes, estos calados servían para almacenar vino de forma artesanal, y hoy, continúan desempeñando un papel crucial en la maduración de sus mejores añadas.